miércoles, diciembre 19, 2007
La insoportable levedad del buscador de piso en alquiler
miércoles, diciembre 05, 2007
martes, diciembre 04, 2007
Y otro caso...
Mi querido Gato con Botas, que tantas veces me llevó de viaje cuando era pequeña, hizo un papelón en Shrek 2.
Una vez más, he encontrado al protagonista. Está pasando unos meses de descanso en una isla de Japón, donde aprende a perfeccionar su gancho derecho con técnicas orientales. Pero, en cuanto le abrillanten bien el sable y le coloquen unas punteras repujadas en las botas, emprenderá nuevas aventuras:
jueves, noviembre 29, 2007
El viaje en el tiempo
No es que Beowulf sea la mejor película del año, aunque está entre las mejores después de lo que hemos tenido que aguantar. Sí es una de las que más he disfrutado. Primero porque me gusta la infografía, segundo porque soy muy friki de los dragones dorados. Tercero, porque sí. Pero lo que más me impresionó no fueron los juegos de iluminación ni las texturas perfectas de la piel de los personajes. Fue comprobar que alguien le había otorgado el papel de protagonista al Tecnovikingo.
Este misterioso hombre, que con tanto arte pone orden, baila y parte la pana en la FuckParade de Berlín, es el protagonista de una auténtica oleada de seguidores por todo el mundo. Un fan ha llegado a decir que "El Tecnovikingo no baila al ritmo de la música, la música baila al ritmo del Tecnovikingo".
Por eso, no es de extrañar que se inspiraran en él para la película del Zemekis:
Yo personalmente creo que el VERDADERO Beowulf es el Tecnovikingo, de estranguis, lo que explica la espasmosa coincidencia en la pantalla. Porque Aquel a quien Llaman Beowulf es inmortal.
Gæð a wyrd swa hio scel.
Hroðgar maþelode,
helm Scyldinga:
"For gewyrhtum þu,
wine min Beowulf!!!!!!!!"
miércoles, noviembre 07, 2007
La vida no es justa.
14:30 p.m.
(NOTA: tras haber indagado (yo) varias rutas complicadísimas por toda Europa para un viaje que no se sabe muy bien si va a hacer mi jefe) - y haber estado a punto de que me despidiera por mandarle a paseo (literalmente).
Jefe (desde El Cairo): Alicia, "eso" a lo que tengo que ir, ¿está en Austria o en la República Checa?
Alicia: Pues creo que ni una ni otra, "eso" está en Eslovaquia
Jefe: ¿En Eslovaquia?
Alicia: Claro, habíamos quedado que es en Bratislava, ¿No?
Jefe: ¿No era Ljubjana?
Alicia: En ese caso sería EsloVENIA
Jefe: Sin embargo, en la convocatoria hablaban de algo así como de vuelos a Viena
Alicia: Será porque la capital más cercana de Bratislava es Viena. Está a 64 km.
Jefe: ¿Y eso cómo lo sabe?
Alicia: He estado toda la mañana mirando mapas de carretera. Aunque originalmente la ruta era a Ljubjana.
Jefe: ¿Pero no hemos quedado que la cosa esa es en Bratislava?
Alicia: Claro, pero es que casualmente miré por encima Bratislava.
Jefe: Pues yo no sé por qué, pensaba que era en Praga. El caso es que tengo que ir ya mismo.
Alicia: ¿Desde EL Cairo?
Jefe: Claro.
Alicia: ¿Pero a dónde?
Jefe: A Bratislava, si es que no es en Viena o en Praga, o en Ljubjana.
Alicia: Pero eso son cuatro países diferentes... al menos sabrá en qué país se celebra "eso".
Jefe: Veamos... Austria, Chequia, Eslovenia... Eslovaquia... ¡Hay que averigüar inmediatamente dónde es "eso"!
Alicia: ¿Alguna pista?
Jefe: Sí, lo sabe el alemán ese, el del apellido que empieza por W.
Alicia: Mirando en base de datos... Wildberger... Wiroth... Wößner...
Jefe: ¡¡¡Wiroth es francés!!!
Alicia: Entonces quedan dos, ¿llamo a los dos?
Jefe: Llame a Wildberger. Olvídese del otro, que está en Alemania.
Alicia: Pero me dijo un alemán. Y Wildberger está en Suiza.
Jefe: Pues eso. Alemán.
Alicia: Pero está en Suiza.
Jefe: Me refería a Suiza.
15:00 p.m.
Alicia: ¿Hola?
Jefe (desde El Cairo): ¿Qué tal?
Alicia: Dice Wildberger que "eso" es en Bratislava, pero que mañana se reúnen en Praga para ultimar el orden del día
Jefe: ¿Y qué? ¿Me voy a Praga ahora?
Alicia: ¿No era lo...?
Jefe: Me voy a Luxor. Mañana hablamos.
"click"
martes, octubre 23, 2007
martes, octubre 09, 2007
Premios Ig noble 2007
viernes, octubre 05, 2007
¿Psico qué?
Me había decidido, por fín. No sin cierto recelo, no sin ciertos temores, no sin un poco de nerviosismo por los drásticos cambios que pudieran obrarse en mi vida. Pero la decisión estaba tomada.
Una tarde fría y otoñal, cerré las ventanas de casa, me escondí en una esquina, me aseguré de que mi compañera de piso no estaba en casa y cogí el teléfono para marcar un número que tenía garabateado en un papel. Esperé, nerviosa.
Ring...
- Clínica ____, buenas tardes.
- B.. buenas tardes.
- Dígame.
- Y...yo..
- ¿Sí?
- Quisiera pedir cita para (ininteligible)
- ¿Perdone?
- blbllbglgl
- Perdone, no le entiendo
- ...psicoterapia...
- Ajá. ¿El martes a las 19 horas le viene bien?
- S... sí, me viene b-bien.
- Muy bien. Le atenderá el Doctor _____
- Vale..
- Hasta luego.
- A-adiós...
La recepcionista me miró con recelo.
- ¿Sí?
- Tengo cita con el Dr. ________
- Muy bien, espere en esa salita.
Entré en la consulta embelesada.
Entré en modo quinceañera obnubilada.
- Bueno, cuéntame.
- Sí, pues... veamos.
- ¿Dónde está el problema?
- ¡¡Oh...!! - reí nerviosa- ¡No sabría ni por dónde empezar!
- ¿Por el principio?
- ¡Claro, por el principio! ¡Ja, ja, ja, ja!
- Je.
- Pues... la verdad es que es difícil de explicar.
- ¿Por?
- Son muchas cosas
- No se te ve tan mal, mujer
- Bueno, bueno... ¡Gracias! ¡Por favor!
- Pero a ver, ¿Qué te pasa?
- Bueno. Creo que es algo que viene de lejos.
- ¿De lejos?
- Perdona.
- ¿Sí? - balbuceé, cogiendo aire.
- ¿Tienes o no tienes un problema muscular?
- Er... no que yo sepa. ¿Por?
- Entonces, ¿Por qué has venido a fisioterapia?
martes, octubre 02, 2007
miércoles, septiembre 19, 2007
Meme-z
Pues otra vez me han liado. No me gustan los memes, al igual que al amigo Jody Dito, pero ante tal despliegue de palabras suyas no puedo más que responder. Además él se lo merece porque al su blog puede implicar muchas cosas, pero una de ellas es que es un héroe.
El problema es el tiempo, son las 23:46 y me levanto dentro de apenas 6 horas y 14 minutos. Si no fuera porque tengo ochentamil obligaciones a las que atender mañana, y pasado, y al otro, y al otro, y seguramente al otro también, haría como el Sr. Jody y largaría una larguísima explicación de por qué otorgo el THINKING BLOGGER AWARD a mis cinco nominados - que son todos ganadores.
And the T.B.A. goes to:
Safrika - por ser tan pelirroja y tan petit-femme-enfant terrible. Y tan zorrona.
Pon a dormir el lenguaje - porque como no lo ponga se enfada. Además, porque a veces sí se piensa leyéndole. Eso si se tienen varias semanas libres y un Máster en filosofía, pero - bah, nimierías.
Las Aventuras del Doctor P. Dante - porque todavía no le conocen y ya era hora. Y porque aunque es un poco pedante, no es mal tipo.
Al margen del campo de batalla - porque es guerrero.
Atravieso el espejo - porque es mi tocaya y porque dice las cosas como son.
Mujeres de Roma - Porque me ha hecho viajar al pasado gratis y sin riesgos.
Seconal - porque es un amigo y un poeta extraordinario.
Puedo añadir tropecientos mil más, pero por ahora quedémonos en esto.
miércoles, septiembre 12, 2007
Los franceses ya no quieren al Hombre Michelín
Después:
jueves, agosto 23, 2007
miércoles, agosto 15, 2007
Me voy a Londres. El informe meteorológico dice que el tiempo oscilará entre los 13 y los 17 grados centígrados, y he experimentado un enorme placer al guardar un jersey y una chaqueta en la maleta.
Espero que la niebla no disipe demasiado las ideas que me rondan la cabeza y vuelva pronto con nuevos flagelamientos.
A la salud de todos ustedes, me tomaré una pinta negra y espumosa.
Alicia
domingo, agosto 05, 2007
Vértigo
Cuando tenía cuatro años, estuve a punto de caer a la calle desde el balcón de la terraza de la cocina.
La terraza tenía unas barras de cemento que no llegaban del todo al suelo, y el espacio que dejaban era suficiente para escurrir mi cuerpecillo y sacar la cabeza al vacío. Recuerdo escaparme a ese rincón, boca abajo, deslizarme como un gato entre el cemento y el suelo y mirar a la calle, a los techos de los coches, a la acera lejana, a las cabezas de los viandantes, e imaginar que volaba. Recuerdo las imágenes nítidamente a pesar del tiempo. Algo me decía que eso no iba a gustar en casa, y siempre buscaba un momento idóneo – cuando mis padres echaban la siesta o veían la tele. Un día, me deslicé un poco más, hasta sacar medio tronco fuera, saqué los brazos e imité el batir de las alas de un pájaro. ¡Volaba de verdad sobre la calle! Frente a nuestra casa había un colegio donde mi tía daba clase, y podía ver unos niños jugando en el patio del recreo.
Decidí sobrevolarlos y espiar su juego encaramada a un árbol.
Lo siguiente que recuerdo fue que el borde de la terraza iba bajando a lo largo de mi cuerpo desde el esternón hacia el estómago, mientras caía hacia abajo, y la calle acercándose limpia, vacía e invitante. Alguien me cogió por los tobillos y el mundo se volvió al revés. Por un momento, me tambaleé en el aire como un péndulo, la pared de ladrillo raspándome la mejilla y mis manos dibujando círculos en el vacío.
Mi padre tuvo que saltar al otro lado de los barrotes y agarrarse con un brazo mientras me intentaba alzar con el otro. Desde dentro, gritando de pánico, mi madre y la “seño” – que fue quien me había descubierto a tiempo – sacaban los brazos, me agarraban las piernas y la cintura y me iban empujando hacia arriba.
Me rescataron magullada y asustada, y me cayó una bronca monumental. Durante varios días, lo único que recuerdo fue mi madre llorando, las vecinas mirándome sorprendidas y mudas y mi padre enfurruñado por la casa. En el colegio, la madre superiora me habló de “la responsabilidad de no hacer daño a los mayores”. Yo no entendía nada.
Les prometí a mis padres que nunca volvería a volar.
Pero no lo cumplí, y desde entonces sufro un vértigo patológico. Sí, de esos: taquicardias, sudor frío, pánico...
El centro del vértigo está en el deseo irrefrenable de saltar, y eso es lo que paraliza y provoca la sensación de terror.
He intentado afrontarlo de muchas formas: me he subido a lo alto de enormes catedrales, montañas, torres desde donde se ven las nubes, rocas de varios kilómetros de altura... y he suavizado un poco el síndrome.
Pero lo que más me ha costado afrontar ha sido ese otro vértigo, paralelo e igual de intenso: el vértigo vital. He “subido” muchas veces donde no sabía si sería capaz, y a veces he caído en picado.
Ahora estoy comenzando a relatar la historia. No es autobiográfica, pero sí en gran parte, porque no se puede hablar de vértigo sin visualizar el propio abismo. Comencé hace poco tiempo y espero convertirlo en un libro. Este será el primer salto importante de mi vida, aunque tengo otras torres igual de altas que escalar.
¿Caer? A estas alturas, ya no creo que importe tanto.
Con todos ustedes, pronto.
sábado, julio 28, 2007
FINAL
The best is yet to come
FRANK SINATRA
Si mañana no viese la luz turbia
de otro día más cualquiera,
-no es mi deseo, ni mi anhelo-,
podría decir que no estuvo mal
a fin de cuentas, conocí el amor,
la exquisita tersura de una piel
blanquecina en exceso y unos ojos
verdes como el jade que refleja
la luz del sol por vez primera.
de otro día más cualquiera,
-vuelvo a repetir, no me apetece-,
no fue mal del todo, intenté
escribir alguna que otra palabra
certera, hermosa, que contuviera
algo de lo que he llamado vida.
Si mañana no viese la luz turbia
de otro día más cualquiera,
quedarían unas diapositivas
de un niño de siete años junto
a una mujer con un excéntrico
y adorable sombrero de verano
y un bañador de color intenso
a la manera de Roy Lichtenstein
desgastado en la memoria.
Si mañana no viese la luz turbia
de otro día más cualquiera,
-francamente no está en mis planes-,
pero si así fuese,
hubo algunos que en algún instante,
cuando la noche esbozó
la más obscena mueca
y las uñas se volvieron torvas
y el viejo cuchillo demasiado afilado,
me amaron sin hacer preguntas,
sus manos en mi pecho delgado.
Si mañana no viese la luz turbia
de otro día más cualquiera,
esbozaría una ligera sonrisa
y os diría en voz baja, suave:
mereció la pena, no estuvo mal.
Autor: Ismael Cabezas, Cádiz
Borrador 13/07/07
(Foto: detalle de "Tres Estudios para Figuras en la Base de una Crucifixión", de Francis Bacon)
martes, julio 24, 2007
viernes, julio 13, 2007
Confirmado: Soy humana.
De todos modos el informe es fascinante. Hay algunas cosas que no me han quedado muy claras. Si alguien puede echarme una mano para descifrarlo le estaré eternamente agradecida. Veamos:
La trabajadora presenta desarrollo muscular normal y buena coloración de piel y mucosas. (espero no tener la piel del mismo color que las mucosas).
EXPLORACIÓN DE CABEZA Y CUELLO
En la exploración ocular se observa una inspección ocular normal y en la exploración de la cavidad oral se aprecia la dentadura completa, (si fuera un caballo, sería carísima) dentadura con obturaciones fijas y orofaringe normal. (¡Tengo la faringe de oro!)
En la exploración del cuello se observa una palpación tiroidea sin hallazgos patológicos, movilidad cervical normal, sin que se aprecien contracturas musculares.
En la exploración del oído se aprecia aumento de cerumen O.I., aumento de cerumen O.D. (que alguien me explique esto, por favor)
EXPLORACIÓN DEL TÓRAX
A la inspección encontramos una configuración normal y simétrica de las estructuras óseas, con movimientos respiratorios libres y regulares ("respira libre", me decían en la época neohippie). No se observa tiraje ni cornaje respiratorio, ni circulación venosa superficial colateral y a la auscultación cardiaca apreciamos tonos cardiacos puros, (Tengo un corazón puro, eso lo sabe todo el mundo.) en todos los focos que se encuentran en su posición normal. No se recogen soplos, (y soy muy discreta) extratonos ni otros ruidos anormales.
La auscultación pulmonar es normal con el murmullo vesicular conservado en ambos hemotórax y no se perciben ruidos anormales. (¿Y por qué oigo voces?)
EXPLORACIÓN DEL ABDOMEN
En la exploración del abdomen se aprecia un abdomen blando, depresible, no doloroso a la palpación y sin masas ni visceromegalias palpables (de esto último, no sé por qué, me alegro mucho), un abdomen globuloso, timpanismo abdominal. (¿Tengo el tímpano en el abdomen? cielos, esto explica la sordera.)
EXPLORACIÓN DEL APARATO LOCOMOTOR
En la exploración de miembros superiores se observa que no muestran deformidades ni signos articulares anormales.
En la exploración de miembros inferiores se observa que no existen signos de insuficiencia venosa periférica, que no existen deformidades ni signos articulares anormales.
En la exploración de la espalda se aprecian que no existen deformidades francas ni limitación de la movilidad. No se aprecian contracturas ni puntos dolorosos, molestias lumbares.
EXPLORACIÓN DERMATOLÓGICA
Normal (hidratante por la mañana y por la noche).
EXPLORACIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO
En la exploración general del sistema nervioso se observa marcha normal (afortunadamente no me exploraron tras una marcha anormal), fuerza y sensibilidad conservadas, pruebas de equilibrio y coordinación normales.
OTRAS EXPLORACIONES
Análisis de sangre: Resultados compatibles con la normalidad (nota: hice trampa, se me olvidó no desayunar antes del análisis. Por ESO salió normal)
Análisis de orina: Resultados dentro de los márgenes de la normalidad
Electrocardiograma: Sin alteraciones significativas
JUICIO CLÍNICO:
El reconocimiento realizado pone de manifiesto que no existe patología demostrable (esa es la palabra clave: demostrable) en este momento y que su estilo de vida es saludable.
GRADO DE APTITUD:
Apta para realizar su trabajo habitual de administración. ´
miércoles, julio 11, 2007
La culpa siempre es de los demás.
Habiendo asistido a la Universidad a finales de los ochenta, en un país pseudoyanqui, y encima en una carrera de letras, fue inevitable que mi primera experiencia con la marihuana fuera una “trompeta” de dimensiones bíblicas, en medio de la desastrosa habitación de una residencia estudiantil, con otros ocho compañeros ojirojos tumbados por el suelo y la añadida compañía de Pink Floyd.
Aquello parecía una película de Oliver Stone.
Recuerdo estar sentada a lo jefe indio en el suelo, aspirando voluntariosa mientras un tipo rubio me sostenía la trompeta a la altura de la boca (me refiero al porro, evidentemente). Luego, los ataques de tos, el ahogo y el picor de garganta. El tipo rubio (creo que era de Irlanda del Norte) me ayudaba dándome palmaditas en la espalda, y yo sonreía mucho, mucho, mucho, porque es lo que había que hacer cuando tienes veinte años y entras a formar parte de la cultura post-hippie, sin flores en el pelo, eso sí, pero con la pose adecuada para al menos dar el pego. Bastante me había costado rasgarme las rodilleras de los vaqueros y afiliarme al club marxista-leninista como para luego andarme con remilgos.
El caso es que ese año tocaba neoposthippismo, igual que el año siguiente tocó gotiquismo. Así que me fumé con religioso fervor casi la mitad de aquel trompetón, y tal y como mandan los cánones acabé yo también tumbada de espaldas, mirando al techo, comulgando espiritualmente con el espíritu de Rastafari y canturreando “Mother, do you think they’ll drop the bomb?”.
El ritual se repitió varias veces más a lo largo de ese año, y siempre con los mismos resultados. Las veces que hacíamos una excepción para homenajearnos con un plato más fuerte, es decir, LSD o incluso peyote (insisto, era una carrera de letras) los viajes fueron de más altura, y en ocasiones desastrosos. Un ángel de la guarda o algo similar se encargó de que no muriese congelada la noche que intenté cruzar un río helado en busca de un mago que tenía en su poder la máquina del tiempo, ni que cayera de la azotea de un edificio residencial de diez plantas por recibir al sol del amanecer recitando a Rimbaud en un francés que no hablo.
El caso es que, y sin ningún ánimo de hacer apología de las drogas de ningún tipo, todas estas experiencias fueron en su mayor parte positivas. Hay un momento en la vida de cada uno en que es necesario salirse un poco de los márgenes, de la forma que sea y a medida de cada uno. Es la única forma de volver al lugar donde estamos más cómodos. El problema es que, cuando de pronto te da por revisitar algunos de esos lugares, ya no sabes cómo hacerlo.
El sábado le di tres caladas a un porro de maría relativamente modesto. Cierto es que llevaba alguna copita encima, pero el desastroso resultado fue peor de lo que hubiera imaginado: tremendo mareo, lipotimia, palidez sepulcral, pérdida de todas las facultades físicas… me tuvieron que llevar a casa, mientras yo sólo acertaba a balbucear: “eeeeeeeeeeeestoooooooy biiiiieeeeeeeeeeeeeeeeeeeen”.
Lo peor es que ni siquiera me recuperé aquella noche: al día siguiente mi organismo era un barco a la deriva.
Pero que quede bien claro que todo esto es culpa directamente de Safrika, que me lió con su diabólica presencia en mi casa. Porque a alguien hay que echarle la culpa. Esa es la rémora que me ha quedado de aquellos tiempos de vaqueros rasgados en la rodilla y buenas vibraciones: ¡La culpa es siempre de los demás!. Supongo que es una lastimosa excusa para no admitir que la culpa, sencillamente, la tiene el tiempo.
viernes, junio 29, 2007
Mala y con saña
El problema es que el ochenta por ciento de los parroquianos malasañeros son de al menos una generación posterior a la mía. No obstante, yo me mezclo entre las multitudes con gran destreza, cual licántropa, y más de una vez me han confundido como “una de ellos”. Sobre todo aquella noche.
El chaval que me entró no respondía a ninguno de los cánones de las tribus arriba mencionadas; era más bien una amalgama de todas. Sería por eso que le dirigí la palabra. Por eso y porque me había confundido con una de su generación, que ya de por sí es motivo para que devuelva la deferencia con dos o tres frases.
El caso es que la conversación, al ser en medio del Tupperware, seguramente el bar más escandaloso de todo el barrio, y estando yo sorda para más señas, fue bastante anodina. O eso creo: cuando no me entero de nada utilizo el truco de mirar, sonreír y decir “sí, sí, claro”. Y cuando la otra persona se ríe, pues me río miméticamente. Hasta ahora funciona. O eso o leer los labios, que también es un truco bastante socorrido – sólo que si llevas encima cuatro Dycs con Cocacola lo único que ves es un caleidoscopio de labios.
Al final, cuando vinieron a buscarme para ir al siguiente sitio, el chico me dijo, más bien me gritó, “¿¡TIENES MESSENGER?!” (nótese cómo cambian los tiempos). A lo que yo contesté: “’¡SÍ!”
Le escribí mi dirección en la mano con un perfilador de ojos y me piré. Me olvidé totalmente de aquel asunto hasta unas semanas después, cuando de pronto me agregó un tal “molomazo”. No, no es la dirección de Hotmail. Era su “nick” en el Messenger.
Le hice muy poquito caso, porque el mero hecho de recordarle me traía a la cabeza la monumental resaca que tuve que soportar la mañana después de aquella excursión. Pero al parecer yo le había dicho que estaba dispuesta a recibirle en mi hogar para realizar ciertos actos. Me desdije rápidamente, le recomendé que estudiara bien para no dejar ninguna para septiembre y pasé de él. Ah, sí, y le dije exactamente cuántos años le sacaba.
Ayer por la tarde volvió a aparecer. Le han quedado cuatro para septiembre pero lo lleva con tranquilidad. Me alegré por él. Pero justo cuando iba a despacharlo para ponerme con otras cosas, se produjo la siguiente conversación:
molomazo dice:
bueno tia tenemos que follar ya ahora o nunca
Alix dice:
¿Por qué? ¿Te metes a monje?
molomazo dice:
:)
Alix dice:
¿Te cambias de sexo?
molomazo dice:
que no tia que es q si me das mas largas al final vas a estar demasiado vieja pa mi
Alix dice:
Lo tuyo es el tacto y el buen gusto, ¿verdad?
molomazo dice:
anda ya venga follamos mñn?
Alix dice:
mñn tengo cita con el geriátrico, lo siento.
molomazo dice:
bueno perdona si me he pasado ademas las maduritas dais un morbazo que pk
Alix dice:
Ya. El problema es que los oligofrénicos como tú no me dan morbo. Va a ser que tenemos un conflicto.
molomazo dice:
ahora te revotas porque te he llamao madurita
Alix dice:
No, al contrario. No me reBoto. Esto que te digo ya lo sabía yo de antes. Lo del conflicto. Así que nada cambia.
molomazo dice:
sabes q pasa?
Alix dice:
Q pasa?
molomazo dice:
q te va a costar mucho pillar pq encima los obulos se van durmiendo y luego seras mayor para tener hijos
Alix dice:
Ah, que lo que querías era hacerme un hijo?
molomazo dice:
no tia coño que yo solo quiero follar. que digo que pa novios lo tienes crudo
Alix dice:
Eres encantador. Estoy por decirte que vengas ahora mismo.
molomazo dice:
en serio tia pero sin condones eh que yo estoy limpio
Alix dice:
Eso, mejor. No traigas nada, tigre. Voy al baño a ponerme el tanga.
Alix dice:
Fijo q sí, no tardes. K voy muy kxonda.
ya sabia yo k eras una guarra
Le di la dirección de una sauna gay “de estranguis” al lado de casa, de la que me ha hablado un amigo al que le va la fiesta con puños y por detrás. De esas que no tienen portal ni cartel porque nadie quiere ser visto entrando o saliendo.
Y pensar que fue sin condones.
Mis disculpas desde aquí a la comunidad gay, que precisamente en estas fechas está de celebraciones, por lo que haya podido pasar.
jueves, junio 21, 2007
El tragapeces que se tiró al agua
Por entonces reinaba un revival de aquella extraña moda de los años treinta, el goldfish swallowing o arte de tragar pececillos de colores. O eso o sus padres habían sido hijos de la reprobable escuela yanqui de goldfish-swallowers, algo con lo que yo tenía poco en común. Los míos eran opusianos y vallisoletanos pero las circunstancias de la vida me habían situado en una fiesta salvaje en un país donde la nieve y los indios Cree eran elementos cotidianos.
Mi estado lisérgico provocó que, fuera de espantarme como hubiera sido mi reacción natural, me diera un violento ataque de risa con su consiguiente ahogo. Él, bien merecido lo tenía, a punto estuvo de morir atragantado cuando el pobre pez se le quedó medio atascado en el esófago. El caso es que acabamos ambos en enfermería y así fue como pasamos juntos la noche que nos conocimos.
Con el tiempo llegó la cordura, sobre todo con la época de exámenes. Tuvimos un idilio, el justo para darnos cuenta de que ninguno de los dos éramos el tipo del otro/a, lo que dio vía libre a una amistad casi casi perfecta.
El hecho de que a veces me llamara a las 4 de la mañana para preguntarme si “todo esto tiene algún significado” nunca me preocupó. Era una pregunta constante en mi propia cabeza. El Sentido de la Vida parece tener menos importancia cuando eres estudiante, pero es una pregunta que te haces con muchísima más inocencia que cuando ya estás “ahí fuera” y has adquirido la pátina de cinismo que viene adosada con la madurez. Hablábamos mucho de El Sentido de la Vida, de lo que queríamos hacer con nuestro futuro, de salvar la tierra, de liberar a las ballenas, de hacer un viaje para dar la vuelta al mundo, de irnos a la India… leíamos juntos a Burroughs y nos hacíamos los interesantes yendo a maratones de cine en blanco y negro y con subtítulos.
Nunca descubrimos la respuesta. Yo creo que tampoco la tengo, aunque en ocasiones me he acercado a los bordes, como si se tratara de una laguna que hay que cruzar para poder visualizar la verdad al otro lado.
Durante todos estos años, ya separados por el Atlántico, mantuvimos contacto intermitente. Pero nunca pasó más de un año sin hablarnos, escribirnos o llamarnos. Dos veces estuvo de visita en España, la última hace tres años, un detalle que agradecí tremendamente porque fue una de las épocas más terribles de mi vida. Poblamos los bares de Madrid con nuestros recuerdos y lloramos un poquito, también, porque cuando eres “mayor” hay que saber llorar por las cosas que realmente merecen la pena. Yo ya me tiño las canas, él nunca lo hizo. Le sentaban de maravilla, sobre todo con esa media melenita que se había dejado.
Le había ido bien: montó un pequeño, coqueto y bohemio café-librería en Montreal, que yo juré una y otra vez visitar y nunca hice; viajó mucho, se compró una casa al lado de un pequeño parque urbano y se casó dos veces, “la primera por ignorancia y la segunda por amor”, según me contaba.
Creo que fue precisamente cuando se rompió su segundo matrimonio que retomó el discurso interior sobre El Sentido de la Vida. Esto yo no lo sé, porque hacía unos meses que no hablábamos, pero me gusta imaginarle sentado la noche antes en una de las mesas de madera de su café mirando hacia el infinito, preguntándose qué tendría que llevarse de viaje. Si me lo hubiera contado entonces, le habría hablado de mi Laguna, aquella cuyo borde vislumbro cada cierto tiempo. Le hubiera pedido que se quedara conmigo en la orilla a esperar el justo momento en el que pase la barca.
Me imagino cómo habría sido la mañana del día siguiente. Creo que habría estado especialmente cariñoso al dejar a su hija en el colegio. Seguramente le daría un beso de más y se la quedaría mirando desde el coche. Además, junio es un mes muy bonito en Montreal, estoy segura de que el cielo estaría radiante esa mañana. Eso me alivia un poco, que al menos la despedida fuera así, de mañana y bajo un azul sin nubes.
La parte en la que fue a la tienda a comprarse la pistola no la tengo del todo clara. Me gusta imaginarlo haciendo algún chascarrillo al dependiente, en plan “nunca se sabe, oiga usted” (bueno, creo que más bien habría dicho you never know - o casi con toda seguridad on ne sait jamais). Tenía una licencia porque durante un tiempo había practicado el tiro al blanco, hasta que empezó a notar una acuciante deficiencia auditiva y lo dejó.
Me pregunto si salió de la tienda mirando al cielo, o al suelo. Eso es algo que me da mil vueltas en la cabeza, no sé por qué.
Lo que realmente no quiero imaginar es el momento en que llegó a casa, se sentó en la oscuridad de su dormitorio y se voló los sesos. No quiero imaginarlo porque empiezo a verlos desparramados por la pared, veo los trocitos de cráneo incrustados en la moqueta, la sangre secándose contra el cristal de la ventana, y me entra una angustia tremenda. No por la escena en sí, que más de uno hemos visto multitud de veces en cualquier película de Tarantino, sino porque eran SU cráneo, SUS sesos, SU sangre lo que se esparció por su habitación aquella mañana de junio.
A la niña la fue a buscar la policía al colegio.
No dejó nota.
No dejó nada.
Se tiró de cabeza a la Laguna Estigia y aún se le ve bracear a lo lejos, hacia el horizonte.
For Randolph, in memoriam
1965-2007
viernes, junio 01, 2007
La luna brillaba, brillaba, brillaba.
Aquella luna llena en un cielo azul-oscuro-añil era tan hermosa que casi dolía.
A. la vio primero, y apuntó con la mano. Yo seguí el rastro de su índice y me quedé plantada, perdida en un tiempo infinito mientras los demás hacían planes para el siguiente garito. El acto había sido muy bello, con una improvisación musical extraña y evolvente. Había sido un viaje. Pero lo que ofrecía el inmenso círculo blanco en – insisto – el cielo azul-oscuro-añil-eléctrico, era inconmensurable.
Me agarré al brazo de A. y me puse a alabar el cuadro estelar. Él me entiende bien, pero aún así se soltó - había que apurar el tiempo y tomarse varias copas en el bar de la esquina.
Yo estaba cansada, y tremendamente lunática. Me subí a la moto de X. y me fui a casa.
¿De qué sirve vivir si no miramos al cielo?
jueves, mayo 17, 2007
lunes, abril 23, 2007
¿Y esto qué, Srta. Liddell?
... A ver si me localiza este edificio.
(nota: esto viene a ser en respuesta al órdago de Alicia Liddell)
lunes, abril 16, 2007
Mi primer meme, ¡qué miedo!
Después de indagar sobre el tema, que no entendía muy bien, vi que en la Wikipedia pone lo siguiente:
Un meme es, según las modernas teorías sobre la transmisión de la cultura a las nuevas generaciones, la unidad mínima de transmisión de la herencia cultural.
Pues bien, no quisiera restar mi unidad mínima, así que aquí va.
Se trata de elegir la página 139 del libro que se está leyendo y escribir las cinco primeras líneas del segundo párrafo. Y, después, citar a tres personas más para que sigan el juego.
El problema es que estos estoy leyendo (mejor dicho, re-leyendo) "Por el Camino de Swann", de Proust, y ya sabemos que no era muy aficionado al punto y aparte. En la página 139 hay un párrafo continuo que no termina hasta la 141. Pensé en utilizar el otro libro que tengo como cabecera estos días... pero está en inglés. Sin embargo, teoréticamente es más válido que lo primero.
La gente dice que no se puede tener todo. Pues lo voy a poner todo.
De "Por el Camino de Swann", lo primero que más se parece a un párrafo comienza así:
El señor Vinteuil venía a sentarse con su hija a nuestro lado. Persona de buena familia, había sido profesor de piano de las hermanas de mi abuela, y cuando murió su mujer, aprovechando una herencia que tuvo, se retiró a vivir cerca de Combray, e iba a casa de visita con frecuencia.
El otro libro es "A diamond as big as the Ritz", the F. Scott Fitzgerald, y este es el texto.
"They've treated Miles terribly", she said, coming suddenly back into the conversation as if they'd never discussed her personal affairs. "Dear, tell him about old Beltzer trying to change your picture".
As he stood hovering protectively over Miles, her eyes flashing with indignation in his behalf, Joel realized that he was in love with her.
Lanzo la pelota a los tejados de:
Safrika
Matías
Jody Dito
jueves, abril 12, 2007
Tortura en el Siglo XXI and the Dancing Brocheta.
Pero yo esto no lo sabía o no quería saberlo. A riesgo de expandirme hasta el infinito, vivía en una inopia de feliz inocencia. Bastante tenía con haber superado la anorexia en la adolescencia, y cual Escarlata O’Hara alzando el puño, me juré nunca más pasar hambre.
Además, “como fui deportista”, nada podía ir mal.
Sin embargo, mi mediterraneidad, fue haciéndose de notar. Yo me decía que el problema era de altura: es decir, que yo estaba absolutamente perfecta para 1,80. ¿Qué culpa tenía de medir 1,63? Había sido un mero fallo de cálculo, eso era todo.
Si hay algo de lo que siempre me he reído y burlado es de los gimnasios, esos templos del cuerpo donde la gente se moldea obsesivamente a medida que el ego va inflándose. “Esas cosas de yuppies relamidos no son para mí”, me decía. Y seguía congratulándome de mi buen gusto.
Sigo renegando y renegaré siempre de estos antros.
Mi madre me hizo una visita tras mi último y reciente cumpleaños y me entregó un misterioso sobre:
- Ábrelo, ábrelo, es tu regalo.
Mis ojos no daban crédito: era un bono de un año en un gimnasio al lado de casa, una cosa ultra pija llamada Body Passion.
- ¿Esto no irá en serio, verdad, mamá? Es una broma, dime que sí.
- Va en serio, y no aceptan devoluciones.
Cuando supe la cantidad que se había gastado se me heló la sangre. ¡Mi madrecilla, con su humilde pensión de viuda, que en invierno tiene que dormir bajo tres mantas para no gastar calefacción!
No sé si fue más fuerte la sensación de compasión que me produjo este gesto, o el mosqueo tipo “¿Me estás intentando decir algo?” Pero esto último tuve que callármelo.
Y he aquí que me vi en la obligación de IR AL GIMNASIO.
El primer problema era que yo no tenía ropa de deporte. Lo más “sport” que tengo es un par de vaqueros y una camiseta de los Sex Pistols. Lo solventé de una sentada: en una tarde me compré dos chándals baratos y unas zapatillas de esas blancas que hacen “boing boing” cuando andas. Luego revisioné mi colección de camisetas-para-dormir-siempre-y-cuando-no-haya-compañía y las saqué todas. Me lo probé todo frente al espejo: parecía la hermana secreta de Eminem.
No había más alternativa.
El día que me presenté, resignada, bolsa en mano y dispuesta a todo, me presentaron a mi monitor, Luis. Luis es un jovencito cachas muy simpático que tuvo la deferencia de no poner cara de pánico al encontrarse conmigo.
- Bueno, y dime, ¿qué es lo que buscas conseguir?
- ¿Un milagro?
- Buenoooooooooo.... ¡tienes que empezar con mejor actitud!
- A mí actitud me sobra. Y muchas cosas más.
- Casos peores he visto, mujer.
- Pues en tus manos me pongo.
Luis, muy efervescente él, me hizo la ficha y me propuso una tabla que venía a ser algo así como un vía crucis.
Este sitio es un revisionado de las máquinas de tortura medievales, sólo que la gente las utiliza VOLUNTARIAMENTE: La bici, el remo, la máquina diabólica de pedalear, los aparatos extraños llenos de placas metálicas, cuerdas, tubos, pesos, etc... en algunas me costaba tanto acoplarme que tenía que hacer auténticos malabarismos con las piernas para encontrar el espacio donde encajar los pies, temiendo por mi integridad. Menos mal que tengo la facilidad de evadirme mentalmente y hacer como que no estoy, porque me sentía absurdamente ridícula y también un poquito obscena adoptando posturas semi-ginecológicas mientras abría y cerraba las piernas y bajaba y subía los brazos en medio de tremendos jadeos.
Pero lo peor de tal situación es que no sólo parecía que estaba protagonizando una película porno sino que, en mi caso, los cuerpos diez eran los de la audiencia – no el mío. Mi aversión a los culturistas se exacerbó, y más aún a las flaquísimas ninfas marmóreas que me rodeaban, y que seguramente al verme se purgarían con más saña y regusto después de cenar.
Lo peor llegó con la clase de baile, o “dancehall”, según la casi invisible monitora, que lucía un “top” ajustadísimo mostrando su tabla de chocolate, tan marcada que parecía que podría matar a alguien de un barrigazo.
Imaginaos: una sala enorme con un enorme espejo, un montón de personas cinceladas y yo. Cuando empezamos la coreografía de hip-hop cualquiera hubiera dicho que mi vestimenta era la más adecuada, pero no – yo me miraba y lo único que veía era una brocheta humana: pelotitas ensartadas que se aplastaban y separaban las unas de las otras a ritmo de un-dos-tres-¡cuatro!-cinco-¡seis!. The Dancing Brocheta.
Pero salí airosa. Sin aire, pero airosa.
Una cosa sí he conseguido: una impecable postura de maniquí. Soy un catálogo de agujetas. Los gemelos agarrotados y el tirón en el estómago me obligan a caminar erguidísima y con ademanes de duquesa.
miércoles, marzo 07, 2007
Motivos por los que me voy a hacer delincuente
Madrid. Martes, 8:55 de la mañana. Metro Noviciado.
Es un poco más tarde de lo normal, y voy a pasarme de mis diez minutos de rigurosa tardanza para llegar al trabajo.
No hay nadie en la ventanilla desde, al menos que yo recuerde, 1997.
(Reto a cualquier madrileño/a a demostrar que alguna vez ha habido un ser humano tras la ventanilla de la salida norte del metro Noviciado. En serio. A quien lo demuestre le invito al metro durante los próximos 2 meses.)
Hay tres máquinas. Dos no funcionan.
No tengo tícket para pasar. En la cartera, únicamente un billete de 5 euros.
Introduzco el billete en la ranura; me lo escupe.
Vuelvo a introducir el billete; me lo escupe.
Vuelvo a introducir el billete; me lo escupe.
Miro al reloj, me mosqueo sobremanera y me cuelo. Al fin y al cabo, lo he intentado… ¿no?
Cualquiera que, como yo años ha, estuviera enganchado al DOOM I y II cuando aún era lo más de los shoot’em up, puede todavía respirar el aire estancado y húmedo de aquellos pasadizos oscuros acechados por inclementes monstruos, nazis y soldados mutantes
Pero llegó DOOM III y la sensación se agudizó.
Curiosamente, cuando torcí la esquina al bajar la escalera en el metro tras haberme colado, los tres guardias de seguridad y los dos funcionarios que me asaltaron con un:
- su billete, por favor,
… me recordaron EXACTAMENTE a aquellos momentos de especial tensión cuando tras haber alcanzado en el siguiente nivel te encuentras con seres más espantosos que nunca y no tienes munición para el arma de mayor alcance.
- No tengo billete – les dije – no hay nadie en ventanilla y las máquinas no funcionan
- Hay tres máquinas, señorita
- Sólo funciona una, y no acepta billetes, que es lo único que llevaba.
- Entonces tenía que habernos avisado por megafonía
- Llego tarde al trabajo.
- Eso no nos incumbe. Usted se ha colado.
- Mire, He intentado sacar el billete. ¿Me entiende? Lo he in-ten-ta-do. Y no ha sido posible.
- Entonces podía haber ido a la otra boca del metro.
- Le repito, caballero: He intentado cumplir con mi deber cívico y pagar mi derecho a utilizar el transporte público. Pero el transporte público no ha puesto los medios a mi alcance para que lo haga. Así que no puedo perder mi tiempo.
- Lo siento, señorita. Usted se ha colado.
- LE REPITO QUE….
- DNI, por favor.
- No.
- ¿No?
- No.
- Veamos: señorita, o nos enseña el DNI o tendremos que llamar a un policía.
- Vale.
No he pasado de nivel. Me acorralan y el tiempo se me echa encima; me enfrento ahora a seres más espantosos si cabe.
Me sigo negando a enseñarles el DNI. De hecho, me planteo dar media vuelta y salir corriendo
Munición arma siguiente nivel: rebeldía.
- No les voy a enseñar el DNI y no voy a pagar.
Cinco minutos después tengo delante a un policía nacional.
Les entrego mi DNI.
Me devuelven, muy sonrientes, un papel requiriéndome pagar una multa de 20 euros por no sacar el billete “en el plazo de cinco días hábiles, o recurriremos a …”
El policía también se queda con mi número de DNI, por si acaso.
Les pregunto, sumida en mi derrota:
- ¿Por qué no hay nadie ahí arriba y aquí han apostado a diez personas como si fuera el caballo de Troya?
- Para evitar que gente como usted se cuele, señorita.
- Claro, qué tontería, ¿cómo no lo había pensado?
Y me arrastro, cual lamentable hurón urbano, cual alimaña, cual pobre derrotada, a coger el metro. Porque no tenía más munición, que si no…
Llego a la oficina y me encuentro con una hecatombe y con la policía: la noche anterior robaron y nos han arrancado de cuajo la caja fuerte, abriendo las estanterías de metal como si fueran una lata de sardinas. Faltan también tres o cuatro portátiles, varios móviles y quién sabe qué más. Total pérdidas estimadas: unos 38.000 euros.
Decido aprovechar el hecho de que mi despacho se ha convertido en Kosovo para ir a pagar la multa y olvidarme por completo de mi partida de DOOM. Al llegar a las oficinas de Metro de Madrid, me paro en un cajero – no tengo un duro. Bien. Miro las cuentas: Me han extraído 186 euros de electricidad de los últimos dos meses, de mi último piso. Llamo a mi compañía para reclamarlo.
- ¿Cómputo aproximado? Pero si yo no llegaba a los 40 euros al mes.
- Si tiene alguna queja o reclamación ruego mande un fax al…..
- …
Cuelgo el teléfono porque tengo la regla y (aún) no creo en la violencia. Decido dejarlo para un mejor momento. Siguiente paso, llamo a mi proveedor de Internet para saber por qué me han cobrado las llamadas telefónicas cuando se supone que van incluidas
Veinte minutos después, me atienden.
- Esto es un problema de Telefónica. Tendrá que llamarles y reclamar.
- Eso precisamente hice con las dos últimas facturas, pero seguís cobrándome las llamadas provinciales.
- Entonces tiene que mandarnos un fax al número….
Cuelgo. Entro en el banco. Saco dinero a crédito.
Pago la multa.
Vuelvo a la oficina.
Hago cálculos.
Total botín de Unión Penosa: 106 euros
Total botín de KK.com: 146 euros
Total multinacionales: 252 euros
Total ganancias de Metro de Madrid por haberme colado: + 20 euros
Amigos, esta es la prueba. A partir de ahora, me desentiendo de todo. Si algún día me veis en el noticiario de la mañana esposada y con grandes titulares abajo, no dudéis que estaré al menos satisfecha .