miércoles, marzo 07, 2007

Motivos por los que me voy a hacer delincuente

PARTE I: DOOM

Madrid. Martes, 8:55 de la mañana. Metro Noviciado.

Es un poco más tarde de lo normal, y voy a pasarme de mis diez minutos de rigurosa tardanza para llegar al trabajo.

No hay nadie en la ventanilla desde, al menos que yo recuerde, 1997.

(Reto a cualquier madrileño/a a demostrar que alguna vez ha habido un ser humano tras la ventanilla de la salida norte del metro Noviciado. En serio. A quien lo demuestre le invito al metro durante los próximos 2 meses.)

Hay tres máquinas. Dos no funcionan.

No tengo tícket para pasar. En la cartera, únicamente un billete de 5 euros.

Introduzco el billete en la ranura; me lo escupe.
Vuelvo a introducir el billete; me lo escupe.
Vuelvo a introducir el billete; me lo escupe.

Miro al reloj, me mosqueo sobremanera y me cuelo. Al fin y al cabo, lo he intentado… ¿no?

Cualquiera que, como yo años ha, estuviera enganchado al DOOM I y II cuando aún era lo más de los shoot’em up, puede todavía respirar el aire estancado y húmedo de aquellos pasadizos oscuros acechados por inclementes monstruos, nazis y soldados mutantes






Nada de lo que vino a continuación, se comparaba a aquella sensación, tal vez porque era la primera vez que lo experimentábamos.

Pero llegó DOOM III y la sensación se agudizó.

Curiosamente, cuando torcí la esquina al bajar la escalera en el metro tras haberme colado, los tres guardias de seguridad y los dos funcionarios que me asaltaron con un:

- su billete, por favor,

… me recordaron EXACTAMENTE a aquellos momentos de especial tensión cuando tras haber alcanzado en el siguiente nivel te encuentras con seres más espantosos que nunca y no tienes munición para el arma de mayor alcance.





Pruebo a utilizar la poca munición que me queda en el arma básica: razonar.

- No tengo billete – les dije – no hay nadie en ventanilla y las máquinas no funcionan
- Hay tres máquinas, señorita
- Sólo funciona una, y no acepta billetes, que es lo único que llevaba.
- Entonces tenía que habernos avisado por megafonía
- Llego tarde al trabajo.
- Eso no nos incumbe. Usted se ha colado.
- Mire, He intentado sacar el billete. ¿Me entiende? Lo he in-ten-ta-do. Y no ha sido posible.
- Entonces podía haber ido a la otra boca del metro.
- Le repito, caballero: He intentado cumplir con mi deber cívico y pagar mi derecho a utilizar el transporte público. Pero el transporte público no ha puesto los medios a mi alcance para que lo haga. Así que no puedo perder mi tiempo.
- Lo siento, señorita. Usted se ha colado.
- LE REPITO QUE….
- DNI, por favor.
- No.
- ¿No?
- No.
- Veamos: señorita, o nos enseña el DNI o tendremos que llamar a un policía.
- Vale.

No he pasado de nivel. Me acorralan y el tiempo se me echa encima; me enfrento ahora a seres más espantosos si cabe.


Un vigilante con porra se me aproxima. La conversación es más o menos un calco de la anterior.

Me sigo negando a enseñarles el DNI. De hecho, me planteo dar media vuelta y salir corriendo

Munición arma siguiente nivel: rebeldía.

- No les voy a enseñar el DNI y no voy a pagar.

Cinco minutos después tengo delante a un policía nacional.



Munición agotada.

Les entrego mi DNI.

Me devuelven, muy sonrientes, un papel requiriéndome pagar una multa de 20 euros por no sacar el billete “en el plazo de cinco días hábiles, o recurriremos a …”

El policía también se queda con mi número de DNI, por si acaso.

Les pregunto, sumida en mi derrota:

- ¿Por qué no hay nadie ahí arriba y aquí han apostado a diez personas como si fuera el caballo de Troya?
- Para evitar que gente como usted se cuele, señorita.
- Claro, qué tontería, ¿cómo no lo había pensado?

Y me arrastro, cual lamentable hurón urbano, cual alimaña, cual pobre derrotada, a coger el metro. Porque no tenía más munición, que si no…




PARTE II: MULTINACIONALES


Madrid, miércoles, una mañana más.

Llego a la oficina y me encuentro con una hecatombe y con la policía: la noche anterior robaron y nos han arrancado de cuajo la caja fuerte, abriendo las estanterías de metal como si fueran una lata de sardinas. Faltan también tres o cuatro portátiles, varios móviles y quién sabe qué más. Total pérdidas estimadas: unos 38.000 euros.

Decido aprovechar el hecho de que mi despacho se ha convertido en Kosovo para ir a pagar la multa y olvidarme por completo de mi partida de DOOM. Al llegar a las oficinas de Metro de Madrid, me paro en un cajero – no tengo un duro. Bien. Miro las cuentas: Me han extraído 186 euros de electricidad de los últimos dos meses, de mi último piso. Llamo a mi compañía para reclamarlo.






- Señora López, al no haber efectuado la lectura de la luz en el momento antes de marcharse, no pudimos calcular la factura en función a su consumo real y por lo tanto hemos emitido una factura por el cómputo aproximado.
- ¿Cómputo aproximado? Pero si yo no llegaba a los 40 euros al mes.
- Si tiene alguna queja o reclamación ruego mande un fax al…..
- …

Cuelgo el teléfono porque tengo la regla y (aún) no creo en la violencia. Decido dejarlo para un mejor momento. Siguiente paso, llamo a mi proveedor de Internet para saber por qué me han cobrado las llamadas telefónicas cuando se supone que van incluidas




Veinte minutos después, me atienden.

- Esto es un problema de Telefónica. Tendrá que llamarles y reclamar.
- Eso precisamente hice con las dos últimas facturas, pero seguís cobrándome las llamadas provinciales.
- Entonces tiene que mandarnos un fax al número….

Cuelgo. Entro en el banco. Saco dinero a crédito.

Pago la multa.

Vuelvo a la oficina.

Hago cálculos.
Total botín de los ladrones de la oficina: 38.000 euros

Total botín de Unión Penosa: 106 euros
Total botín de KK.com: 146 euros

Total multinacionales: 252 euros
Total pérdidas de Metro de Madrid por haberme colado: - 0,61 euros
Total ganancias de Metro de Madrid por haberme colado: + 20 euros
Total Metro de Madrid: 20,61 euros
Lo que Unión Penosa me ha extraído: 106 euros
Lo que KK.com me ha extraído: 146 euros
Lo que Metro de Madrid me ha extraído: 20 euros
Total ganancias mías: - 272 euros
Conclusión: ser ladrón es tremendamente rentable. Ser una multinacional es bastante rentable. Ser un servicio público es rentable. Ser ciudadano/a de a pie es un sablazo de cojones.

Amigos, esta es la prueba. A partir de ahora, me desentiendo de todo. Si algún día me veis en el noticiario de la mañana esposada y con grandes titulares abajo, no dudéis que estaré al menos satisfecha .
NOTA: basado en hechos reales. cualquier parecido con la realidad es absoluta realidad.