miércoles, julio 11, 2007

La culpa siempre es de los demás.



Otro síntoma de que una se hace mayor, aparte de lamentables muchachitos como el de abajo, es que las drogas ya no son lo que eran.

Habiendo asistido a la Universidad a finales de los ochenta, en un país pseudoyanqui, y encima en una carrera de letras, fue inevitable que mi primera experiencia con la marihuana fuera una “trompeta” de dimensiones bíblicas, en medio de la desastrosa habitación de una residencia estudiantil, con otros ocho compañeros ojirojos tumbados por el suelo y la añadida compañía de Pink Floyd.

Aquello parecía una película de Oliver Stone.

Recuerdo estar sentada a lo jefe indio en el suelo, aspirando voluntariosa mientras un tipo rubio me sostenía la trompeta a la altura de la boca (me refiero al porro, evidentemente). Luego, los ataques de tos, el ahogo y el picor de garganta. El tipo rubio (creo que era de Irlanda del Norte) me ayudaba dándome palmaditas en la espalda, y yo sonreía mucho, mucho, mucho, porque es lo que había que hacer cuando tienes veinte años y entras a formar parte de la cultura post-hippie, sin flores en el pelo, eso sí, pero con la pose adecuada para al menos dar el pego. Bastante me había costado rasgarme las rodilleras de los vaqueros y afiliarme al club marxista-leninista como para luego andarme con remilgos.

El caso es que ese año tocaba neoposthippismo, igual que el año siguiente tocó gotiquismo. Así que me fumé con religioso fervor casi la mitad de aquel trompetón, y tal y como mandan los cánones acabé yo también tumbada de espaldas, mirando al techo, comulgando espiritualmente con el espíritu de Rastafari y canturreando “Mother, do you think they’ll drop the bomb?”.

El ritual se repitió varias veces más a lo largo de ese año, y siempre con los mismos resultados. Las veces que hacíamos una excepción para homenajearnos con un plato más fuerte, es decir, LSD o incluso peyote (insisto, era una carrera de letras) los viajes fueron de más altura, y en ocasiones desastrosos. Un ángel de la guarda o algo similar se encargó de que no muriese congelada la noche que intenté cruzar un río helado en busca de un mago que tenía en su poder la máquina del tiempo, ni que cayera de la azotea de un edificio residencial de diez plantas por recibir al sol del amanecer recitando a Rimbaud en un francés que no hablo.

El caso es que, y sin ningún ánimo de hacer apología de las drogas de ningún tipo, todas estas experiencias fueron en su mayor parte positivas. Hay un momento en la vida de cada uno en que es necesario salirse un poco de los márgenes, de la forma que sea y a medida de cada uno. Es la única forma de volver al lugar donde estamos más cómodos. El problema es que, cuando de pronto te da por revisitar algunos de esos lugares, ya no sabes cómo hacerlo.

El sábado le di tres caladas a un porro de maría relativamente modesto. Cierto es que llevaba alguna copita encima, pero el desastroso resultado fue peor de lo que hubiera imaginado: tremendo mareo, lipotimia, palidez sepulcral, pérdida de todas las facultades físicas… me tuvieron que llevar a casa, mientras yo sólo acertaba a balbucear: “eeeeeeeeeeeestoooooooy biiiiieeeeeeeeeeeeeeeeeeeen”.

Lo peor es que ni siquiera me recuperé aquella noche: al día siguiente mi organismo era un barco a la deriva.

Pero que quede bien claro que todo esto es culpa directamente de Safrika, que me lió con su diabólica presencia en mi casa. Porque a alguien hay que echarle la culpa. Esa es la rémora que me ha quedado de aquellos tiempos de vaqueros rasgados en la rodilla y buenas vibraciones: ¡La culpa es siempre de los demás!. Supongo que es una lastimosa excusa para no admitir que la culpa, sencillamente, la tiene el tiempo.

7 comentarios:

Mariano Cruz dijo...

Si es que tienes una juntiña que no puede traer nada bueno... ajajaj

Alicia Liddell dijo...

Alicia, eso nos pasa a todos, no es monopolio suyo. Más o menos en esa época suya de los porros y los ácidos -intuyo incluso que anterior- yo era capaz de estar de juerga hasta las 5 de la mañana y entrar puntualmente al trabajo a las 9. Día tras día. Durante meses. Mi única salvaguarda era dormir sábado y domingo continuamente con pequeños intervalos de lucidez para tareas higiénicas.
Ahora a las 11 de la noche me cuesta un mundo mantener los párpados alzados.
He abandonado el alcohol -o me ha abandonado él a mí- y todo lo que consumo es un par de cervezas sábados y domingos mientras preparo el condumio.
El único exceso del que no me he desprendido -ni creo que lo haga- es el tabaco.
El cuerpo tiene mecanismos de autodefensa ante nuestras salidas de tono.

misántropo dijo...

Este recuerdo tuyo me ha traido a la memoria una versión cutre de esa mística experiencia. Eran, también, los 80, en un pueblo 2 amigos y yo, con el "shine on you crazy diamond" de los Pink Floyd, la luz apagada y fumando unos tristes "fortunas". El viaje nos lo proporcionó la música ya que la nicotina (ya no eramos adolscentes)
no nos estimuló demasiado.
Soy un cobarde, siempre me he conformado con las drogas legales, las que pagan impuestos para mejorar la sanidad, las carreteras...
Acabo de conocer tu blog y me ha parecido muy estimulante, sin duda merece la pena conocerte,
Un abrazo

Anónimo dijo...

no, no, no, Sta. Aníbilis la culpa la tiene la "maria" que seguro que estaba mala y no era de procedencia atesorada. ¡Vamoshombre!
Y después y si acaso, los tontaínas del cuarto de resi estudiantil (leasé; menos Safrika, de la que también estoy perdidamente enamorado, igual que de usted, si, yo soy el de la canción de Machin; "tener dos amores y no volverse loco", pero la culpa es de usted y de Safrika, EVIDENTEMENTE)

Por hoy, nada más, vayánse en paz.

safrika señorita dijo...

la maría estaba/está buenísima.
a alicia no le sienta bien el THC. eso es lo que hay, al que me entere yo que deja probar un porro a esta mujer (les aseguro que si están por ahi de marcha y les ve fumar les dirá, ayyy dame una calada o bien aceptará su turno gustosamente mientras piensa no deberia fumar que me sienta asi)
me lo cargo.
Y por lo demás, que estancia tan agradable y que bien todo. Mariano cruz aprovecho este minuto de gloria para decirte que eres de la peor calaña, pero nos caes bien igual. Jody dito, besos y lástima no vernos en madrid madrit
besos.

saf

anilibis dijo...

Mariano: Entre los que te incluyes, claro :)

Alicia:
Qué razón tiene. Eso mismo es lo que he dejado también por el camino: el agüante inasequible a cualquier desaliento. De todos modos, podría haber dejado un día del fin de semana aunque fuera para las juergas, ¿no? aunque cierto es que entre semana tiene mucho más chic. Yo tampoco he dejado aún el tabaco. A veces, cuando echo alguna tos esputolienta, me digo que debo dejarlo. Pero me aferro a ese bastión rebelde porque pocos más bastiones me quedan :)

Brindemos porque cualquier tiempo futuro CON UN POCO DE SUERTE sea mejor :)

Misántropo:
Eso demuestra que al menos tenías capacidad para viajar. Yo no pretendo hacer apología de nada, de hecho una vez medité y hasta me salió bien. Y también deberías enterarte a ver qué le ponen al Fortuna :) Saludos y gracias por la vistia.

Jody:
Safrika y yo no tenemos inconveniente en repartirnos tu amor. Besito.

Safrika:
Gracias por la advertencia. Porque ten por seguro que la próxima vez diré, "no si no pasa nada" y bum, otra vez petaré. Espero que pase un tiempo largo. Beso.

Anónimo dijo...

orofaringe: del latín os, oris, boca y de faringe