martes, agosto 04, 2009

NoName 37 semanas...


... o casi.

En cuatro días habremos llegado "a término" en la jerga de los embarazos. Eso quiere decir que el niño estará cocidito y listo para salir del horno. A partir de entonces, ruego hagan las plegarias posibles porque salga. Me da igual si son padrenuestros en la iglesia, preces a Shiva, o sangrientos rituales santeros. E incluso da igual que AÚN NO TENGA NOMBRE. Lo tendrá, con toda seguridad, porque en el momento en que salga al mundo alguien me lo preguntará y entonces yo diré....

(Antonio, ¿estás leyendo?)

El caso es que, aunque sorprendentemente no presento ninguna complicación ni problema, la recta final se está convirtiendo en una tortura casi cómica. Sí, señores... he entrado en esa fase en la que cualquier situación es proclive a hundir a los demás en la hilaridad. Aquí una breve lista:

- Andares de pato.
- Grandes dificultades técnicas para levantarte del sofá.
- Efecto mesa-camilla con cualquier prenda, por muy kilométrica que sea la tela.
- Efecto Alien: estás tranquilamente sentada (en el metro, en casa de alguien, donde sea) y de pronto el niño hace un pase de baile, el bombo se mueve como si estuviera vivo, y la gente te hace el vacío... por si acaso.
- Carreras al baño en mitad de la noche, cual huevo gigante y blanquecino a punto de rodar por el parquet.
- Miradas de lástima y terror cuando anuncias a la dependienta de una tienda muy "chic" que te vas a probar una de sus camisetas.


Aunque tal vez lo peor no sea eso, sino los que minimizan la situación. Sobre todo los hombres...

- "Mujer, que ya no te queda nada. Eso no es nada, coser y cantar".

¿Que no es nada?

¿Alguno ha probado a encajarse un melón en la pelvis, inyectarse litros de líquido, estrujarse los intestinos, en resumen, sufrir una Maldición Bíblica, e intentar hacer vida normal a la vez?

Sí, uno. Este:



Pero que yo sepa ninguno más, así que por favor no me vengan con tonterías.

Luego están las comparaciones. Una entra en el cuarto de baño con sigilo, mucho mucho sigilo, se quita la ropa para ducharse... evitando mirar hacia la báscula, hacia el espejo, hacia cualquier cosa que le recuerde que NO tiene el aspecto de Nicole Kidman...




... sino más bien el de una campesina sudorosa, inflada, hinchada y cansada



... interiormente marcada para siempre por rojas y agrietadas estrías.

Luego, una vez vestida, empiezas a visualizar al niño. Y aunque en tu imaginación flotan clones de los Jolie-Pitt...



... sabes que la genética juega a los dados y que, a pesar de lo apolíneo del padre de la criatura y lo agraciada que un día pudiste ser, la lotería está echada y puede surgir cualquier cosa:











Y no es por quejarme, no. Esta es una aventura fascinante, como cualquier madre sabe. Eres un poco Dios... y cualquier molestia se queda corta ante eso. En realidad estoy muy contenta, aunque lo políticamente correcto se me escape en ocasiones. Pero ha estado bien poder desahogarme.

Lo dicho, rueguen porque este niño se adelante y comience a habitar el mundo antes de que su madre se convierta en un globo aerostático.